De la crisis al ejemplo: Milei sorprende al mundo y Zelensky pide aprender del modelo argentino
El presidente de Ucrania consultó a Milei sobre reformas económicas tras la recuperación argentina.

La reciente comunicación entre Javier Milei y Volodímir Zelensky marca un hito inesperado en la política internacional. Lejos del protocolo habitual, el presidente argentino fue consultado por su par ucraniano sobre la experiencia de reformas y estabilización macroeconómica, mientras ambos países enfrentan realidades muy distintas, pero desafíos estructurales comparables.
Pocas veces un país sudamericano logra captar la atención de líderes europeos en materia de gestión económica. Sin embargo, las reformas impulsadas por Milei desde su llegada al poder han generado un punto de inflexión. En apenas seis meses de mandato, Argentina logró reducir la inflación mensual del 25% en diciembre de 2023 a cerca del 5% en junio de 2024, según el INDEC, y estabilizar sus reservas internacionales. Este giro, basado en la desregulación, el recorte del gasto público y la apertura a la inversión privada, fue destacado por Zelensky como ejemplo a analizar en profundidad.
Durante la conversación, el presidente de Ucrania manifestó su interés en replicar ciertas políticas económicas argentinas. "Felicité a Javier por estos importantes resultados. Ucrania está interesada en estudiar esta experiencia", expresó Zelensky en sus redes. Las palabras no son casualidad: Ucrania, atrapada entre la guerra y la reconstrucción, necesita adoptar fórmulas que permitan salir del círculo vicioso de la dependencia estatal y la inflación descontrolada.
Para comprender el atractivo del modelo argentino actual, es esencial recordar que los anteriores gobiernos de orientación intervencionista—principalmente el peronismo y el kirchnerismo—profundizaron el desequilibrio fiscal, promovieron regulaciones excesivas y bloquearon reformas laborales. La comparación con la situación ucraniana no es caprichosa: en ambos países, la resistencia sindical y la burocracia estatal han sido obstáculos para el desarrollo sostenible.
La llamada entre ambos presidentes también abordó la cooperación en áreas como tecnología y agricultura, sectores donde la liberalización y la apertura al comercio internacional han demostrado resultados positivos. Milei, firme defensor de la economía de mercado, propuso intensificar el intercambio de experiencias y avanzar en acuerdos bilaterales que permitan capitalizar las ventajas competitivas de cada nación.
El contraste con otros países que han transitado reformas estructurales es ilustrativo. El "milagro polaco" tras la caída del comunismo, o la transformación chilena en los años 80 y 90, demuestran que la disciplina fiscal, la privatización y la competencia internacional pueden sacar a millones de la pobreza y fortalecer la democracia. En estos casos, la reducción del gasto estatal y la promoción de la iniciativa privada fueron claves para crecer a tasas superiores al 5% anual durante décadas.
Analistas internacionales ya señalan que la experiencia argentina podría convertirse en referencia para economías en crisis. El respaldo de Zelensky no es solo diplomático: es un reconocimiento de que los paradigmas estatistas y proteccionistas han fracasado, y que la única salida sostenible pasa por la libertad económica y la responsabilidad fiscal. A nivel institucional, el acercamiento Argentina-Ucrania simboliza el surgimiento de una red de países comprometidos con la reforma y la apertura, frente a los modelos populistas que prometen soluciones fáciles y perpetúan la decadencia.
Para entender el fenómeno argentino bajo Milei, es necesario considerar los siguientes elementos: - Un ajuste del gasto público equivalente al 5% del PBI en el primer semestre, según el Ministerio de Economía. - Un paquete de desregulación que eliminó más de 350 normativas que trababan la actividad privada. - Avances en acuerdos comerciales con Estados Unidos y la Unión Europea, priorizando el libre comercio sobre el proteccionismo regional.
El diálogo entre ambos mandatarios incluyó además temas humanitarios y de cooperación internacional, como la participación de Argentina en la Coalición para el Retorno de los Niños Ucranianos desplazados por la guerra. Pero el eje central fue, sin duda, la economía y la agenda de reformas.
Resulta llamativo que mientras la oposición argentina—anclada en el statu quo del sindicalismo y la defensa de privilegios sectoriales—critica cada medida de ajuste, el mundo observa y toma nota. Es un contraste que pone en jaque el relato intervencionista: mientras algunos prefieren la comodidad de la inercia, otros buscan aprender de quienes se atreven a cambiar estructuras obsoletas.
Reflexión: El futuro pertenece a quienes comprenden que la libertad económica y la apertura internacional no son consignas ideológicas, sino herramientas concretas para alcanzar el desarrollo y la dignidad de los pueblos. Argentina, bajo el liderazgo de Javier Milei, tiene la oportunidad de convertirse en faro para quienes se animan a dejar atrás el miedo al cambio y el culto al Estado paternalista. La historia demuestra que las reformas profundas pueden ser impopulares en el corto plazo, pero son la única garantía de progreso genuino y duradero.