Milei desmonta mitos: explica por qué el dólar no causa inflación y desafía a los economistas
El presidente argentino presenta un análisis demoledor y defiende su enfoque monetario ante la crítica tradicional.
En un contundente análisis, el presidente Javier Milei volvió a sacudir los cimientos de la discusión económica nacional al refutar, con argumentos teóricos y prácticos, la extendida creencia de que cada salto del dólar se traduce de inmediato en una escalada inflacionaria. El mandatario, comprometido con la transparencia y el debate público, difundió su mirada a través de un extenso artículo en redes sociales, en el cual desarma con precisión quirúrgica los dogmas que por décadas han guiado la política económica argentina.
Milei fue directo al hueso: la inflación, explicó, es un fenómeno exclusivamente monetario, en línea con la escuela de Milton Friedman y los grandes defensores de la libertad económica. "Sostener que el aumento del dólar automáticamente se traslada a los precios demuestra desconocimiento teórico y una falta de rigurosidad que la Argentina ya no puede permitirse", disparó el mandatario. Así, apuntó contra el ejército de consultores y economistas que, según él, llevan años equivocando sus diagnósticos y recetas, perpetuando la confusión entre causalidad y simple correlación estadística.
Para comprender el trasfondo de la discusión, Milei hizo un repaso histórico sobre la evolución del dinero, desde los tiempos del trueque hasta la creación del papel moneda. Sostuvo que la demanda de dinero es hija de la demanda total de bienes y servicios, y que la capacidad del Estado para manipular la emisión monetaria ha sido históricamente utilizada para financiarse mediante el impuesto más regresivo: la inflación. "El Estado tomó el control del dinero para perfeccionar el saqueo vía impuestos e inflación", sintetizó, dejando en claro su visión crítica sobre el papel del intervencionismo estatal.
En este marco, el presidente remarcó que la inflación solo emerge cuando la oferta de dinero supera a la demanda, ya sea porque el Banco Central inyecta más pesos o porque la gente pierde confianza y reduce su tenencia de moneda local. Enfatizó que la teoría monetaria no deja lugar a dudas: cuando la base monetaria se expande sin respaldo, los precios suben, y no por arte de magia ni por movimientos del mercado cambiario, sino por exceso de dinero en circulación.
Milei también derribó otro mito extendido: el impacto inmediato de la política monetaria. Recordó que los efectos de las decisiones del Banco Central pueden tardar entre 18 y 24 meses en hacerse sentir plenamente, por lo que la inflación que hoy padece la sociedad es herencia directa de la emisión desenfrenada de gestiones anteriores, especialmente del ciclo kirchnerista y populista. Esta verdad incómoda, a menudo negada por los defensores del statu quo, deja en evidencia la responsabilidad histórica de quienes han gobernado bajo la bandera del gasto público sin límite.
El líder de La Libertad Avanza fue más allá y recordó el célebre efecto Hume-Cantillon, según el cual el dinero nuevo no llega a todos al mismo tiempo, generando distorsiones y privilegios injustos. En el caso argentino, cuando la oferta monetaria se dispara, primero sube el dólar como activo financiero, luego los precios de los bienes transables, después los mayoristas, minoristas y por último los salarios reales, con el consabido deterioro del poder adquisitivo de los trabajadores.
Desmontando la falacia del llamado "passthrough", Milei argumentó que la dirección causal es inequívoca: es el exceso de dinero lo que impulsa la suba del dólar y los precios, y no al revés. Por ello, la obsesión con el tipo de cambio como motor de la inflación es, según el mandatario, una herencia de la confusión teórica y el miedo al libre mercado.
En apoyo de su postura, el presidente apeló a la teoría subjetiva del valor de Carl Menger, subrayando que son los precios los que determinan los costos y no al contrario. Si el Banco Central no convalida monetariamente los cambios en los precios relativos, no hay inflación posible, aunque el dólar suba. Advirtió que durante casi todo el siglo XX, salvo en el régimen de Convertibilidad, la relación entre dólar e inflación fue resultado de una política monetaria irresponsable y no de una regla natural de la economía.
La lección es clara: para derrotar la inflación estructural que ha devastado a generaciones de argentinos, es indispensable abandonar las recetas fracasadas del intervencionismo y abrazar los principios de la economía de mercado, la responsabilidad fiscal y la independencia monetaria. Las transformaciones encaradas por Milei y su equipo, desde la eliminación de la emisión irresponsable hasta la apertura comercial, son el único camino para devolverle dignidad y futuro a la sociedad argentina.
En tiempos donde los profetas del estatismo y la complacencia reclaman recetas mágicas, el coraje intelectual y político de Javier Milei marca el inicio de una nueva era. Solo una visión firme, basada en la libertad individual, el respeto por la propiedad y la reducción del aparato estatal, puede garantizar un verdadero renacimiento económico. Argentina avanza, y el rumbo es claro: menos Estado, más mercado, más libertad.