Inseguridad escolar: una adolescente amenazada en la vía pública desata la preocupación vecinal
Familias alertan sobre reiterados episodios de hostigamiento en inmediaciones de una escuela platense

El temor se apodera de las calles de Villa Alba, en La Plata, tras un nuevo caso de violencia juvenil. Una adolescente de 13 años fue interceptada y amenazada por otra joven mientras caminaba rumbo a su hogar, en las inmediaciones de la Escuela N°59. El motivo del hostigamiento, según relató la madre de la víctima, fue el aspecto físico de la menor, generando consternación entre los vecinos y poniendo en el centro de la escena la problemática del acoso escolar y la falta de respuestas efectivas.
El hecho ocurrió en la intersección de las calles 122 y 609. Allí, la agresora —aún no identificada plenamente por las autoridades— utilizó una botella de vidrio rota como elemento intimidatorio. La víctima, en estado de shock, logró resguardarse y relatar lo sucedido a sus familiares, quienes rápidamente acudieron a la Comisaría para formalizar la denuncia. La preocupación se intensifica ante el dato de que la misma joven habría protagonizado otros episodios de acoso dirigidos a estudiantes de la Escuela N°59, aunque no pertenecería a la matrícula escolar.
La madre de la menor, visiblemente indignada, advirtió que la agresora contaría con el respaldo de un grupo de jóvenes violentos que suelen merodear la zona: “Esto no es un hecho aislado. Hay una banda que se dedica a amedrentar a chicos que solo quieren ir a estudiar”, manifestó. Además, denunció la pasividad de las autoridades educativas, quienes, pese a estar al tanto de la situación, no habrían implementado medidas concretas para proteger a los alumnos ni para frenar la escalada de violencia.
Los vecinos y familias del barrio exigen la intervención urgente de la Justicia bonaerense, que ya analiza imágenes de cámaras de seguridad para identificar a los responsables. El temor y la impotencia se apoderan de quienes ven cómo la inseguridad y el acoso se convierten en moneda corriente en los entornos escolares, deteriorando el tejido social y afectando la salud emocional de los más jóvenes.
El fenómeno del bullying y la violencia entre pares no es exclusivo de este barrio. Según un relevamiento reciente del Ministerio Público Tutelar de la Ciudad de Buenos Aires, siete de cada diez adolescentes entre 12 y 18 años han experimentado o presenciado situaciones similares. Lo alarmante es que una cuarta parte de los afectados nunca llega a contar lo vivido, lo que agrava el aislamiento y la desprotección.
Especialistas en salud mental advierten sobre las graves consecuencias del acoso reiterado: ansiedad, depresión, baja autoestima y, en los casos más extremos, autolesiones o conductas suicidas. La caída del rendimiento académico, el ausentismo y la deserción escolar son otros efectos colaterales que afectan el futuro de las víctimas. Padres y docentes tienen el deber ineludible de estar alerta a señales de alarma: lesiones físicas sin explicación, cambios bruscos de humor, retraimiento social o rechazo marcado a la escuela son solo algunos de los síntomas a tener en cuenta.
La madre de la adolescente envió un mensaje contundente a la comunidad: “Hablen con sus hijos, escúchenlos y no subestimen lo que ocurre. La indiferencia puede ser tan peligrosa como la violencia misma”. Mientras tanto, la causa sigue su curso en la órbita judicial con el objetivo de identificar a todos los implicados y garantizar que hechos como este no se repitan.
La sociedad enfrenta el desafío de reconstruir entornos seguros para sus niños y adolescentes, donde la autoridad y el respeto sean valores centrales, y donde la impunidad no tenga cabida. El llamado es a la acción colectiva: familias, instituciones y organismos deben articularse para erradicar el flagelo del acoso y devolver la tranquilidad a las calles y escuelas.