¿Descenso? ¿Crisis mística en Boca? El consejo insólito del astrologo que enciende alarmas
Polémica en el club: las advertencias de un astrólogo ponen en el centro del debate la racha negativa y la búsqueda de soluciones no convencionales.

En el universo del fútbol argentino, los caminos hacia la victoria suelen estar pavimentados de trabajo táctico, rigurosidad física e inversión en infraestructura. Sin embargo, en las últimas semanas, el Boca Juniors ha captado titulares por motivos ajenos a la pelota y el césped. El reconocido astrólogo Giorgio Armas, figura popular entre los hinchas desde su supuesta influencia en el Superclásico de 2022 y la campaña hacia la final de la Copa Libertadores 2023, volvió a cobrar protagonismo en medio de una preocupante seguidilla de 12 partidos sin triunfos.
Según el propio Giorgio Armas, la crisis va más allá de la estrategia y la condición física: la clave estaría en un "problema energético" que, de no resolverse, podría llevar al equipo a un desenlace temido por todos los hinchas, el descenso. Para Armas, la explicación no está en la Bombonera, ni en el fervor del público, sino en la "necesidad urgente de limpieza en el vestuario". Sostiene que el impulso del equipo solo dura 15 minutos y que la falta de resultados frente a rivales modestos, en contraste con el rendimiento ante potencias como Benfica o Bayern Munich, revela una anomalía profunda.
El ritual de Armas, muy lejos de la planificación deportiva tradicional, incluye revisar la carta astral de cada jugador, detectar "aspectos negativos" y recomendar intervenciones místicas. Entre sus preferidos, destaca a Agustín Marchesín, Milton Giménez, Miguel Merentiel, Exequiel Zeballos y Carlos Palacios, a quienes considera mejor aspectados para revertir la situación. Pero su diagnóstico más polémico apunta a Edinson Cavani, a quien atribuye haber sido víctima de "brujería" y considera el caso más complejo de resolver dentro del plantel.
La influencia de la astrología en el fútbol argentino no es nueva, pero sí sintomática de una cultura que, ante la adversidad, recurre a soluciones externas antes que a reformas internas. Mientras algunos miembros del cuerpo técnico de Boca Juniors se muestran receptivos a estas ideas y mantienen contacto frecuente con Armas, otros sectores del club y la opinión pública lo ven como un síntoma de desconcierto institucional.
Para entender por qué este fenómeno genera tanta repercusión, es necesario repasar algunos datos duros: Boca Juniors ostenta uno de los presupuestos más altos de Sudamérica, con una plantilla valuada en más de 80 millones de dólares según Transfermarkt y una base de socios que supera el millón, ubicándose entre los clubes más populares del planeta. Sin embargo, la falta de resultados ha dejado al descubierto falencias estructurales que ninguna "limpieza energética" puede solucionar. La ausencia de una política deportiva sostenida y la resistencia a procesos de profesionalización más propios del siglo XXI que de la era amateur, han terminado abriendo la puerta a explicaciones esotéricas y supersticiones como si fueran recetas válidas para revertir una crisis deportiva.
En países con sistemas deportivos profesionalizados, la respuesta ante una mala racha suele ser la revisión de procesos, inversión en tecnología, capacitación de entrenadores y apertura al mercado internacional. Ejemplos como el de la Premier League inglesa o la Bundesliga alemana muestran que los clubes que apuestan por la meritocracia, la transparencia y la innovación logran resultados sostenidos y evitan caer en espirales de ineficiencia. En cambio, cuando se recurre a explicaciones místicas, se corre el riesgo de perpetuar estructuras anacrónicas y evitar el verdadero debate sobre la gestión profesional del club.
El caso Boca Juniors es, en definitiva, una radiografía de los desafíos que enfrenta el fútbol argentino: la tentación de atribuir los fracasos a factores externos, en lugar de asumir responsabilidades y apostar por reformas profundas. Mientras la dirigencia y algunos jugadores se refugian en prácticas alternativas, la base de hinchas exige resultados concretos y una política deportiva alineada con los estándares internacionales.
- La racha negativa del club no tiene precedentes recientes en el fútbol argentino. - El plantel cuenta con figuras internacionales y recursos superiores a la media regional. - La búsqueda de explicaciones mágicas se da en un contexto de falta de profesionalización y resistencia a la modernización del área deportiva. - El fútbol global ha demostrado que el camino hacia el éxito exige gestión eficiente, apertura al talento y transparencia, no superstición.
La advertencia de Giorgio Armas - “si no se completa la limpieza, en 2027 o 2028 nos vamos a la B” - no solo refleja el temor a perder la categoría, sino también una cultura que, ante la dificultad, prefiere el atajo del pensamiento mágico antes que la autocrítica y la modernización estructural.
En una era donde la competencia internacional no da margen para la improvisación, el desafío para Boca Juniors y el fútbol argentino es abrazar la profesionalización, apostar por la eficiencia y dejar de lado creencias que no resisten el análisis técnico. La verdadera transformación no vendrá de amuletos ni cartas astrales, sino de una dirigencia que asuma el reto de llevar al club a la vanguardia deportiva y administrativa.
El futuro de los grandes equipos se define por su capacidad de adaptarse, innovar y abandonar viejos vicios. La superstición puede ser parte del folklore, pero nunca debe reemplazar a la gestión profesional y la cultura de la excelencia.